UNA PRENSA AMORDAZADA

Language: ES
Type: Contributed Column
Publication: Nuevo Herald, El (Miami, FL)
Location: Section: Perspectiva, Edition: Final, Page: 19A
Author: ISAAC LEE
Date: January 31, 2003
Copyright: Copyright (c) 2003 The Miami Herald

 

El Nuevo Herald
January 31, 2003
Section: SECTION: Perspectiva
Edition: EDITION: Final
Page: PAGE: 19A
Memo:PERSPECTIVA

UNA PRENSA AMORDAZADA
SOURCE/CREDIT LINE: ISAAC LEE

Al ex presidente colombiano Carlos E. Restrepo, un hombre de estirpe conservadora, se le atribuye una frase cuyas raíces se encuentran, con seguridad, en los orígenes mismos de las sociedades liberales que hallaron en la imprenta su mejor aliada: ``Es mucho mejor tener una prensa desbordada que tener una prensa amordazada''.

Y casi un siglo después Belisario Betancur, un político del mismo país, reinterpretó sus palabras en un encuentro de prensa en Panamá: ``Entre el desbordamiento del poder y el de la prensa, prefiero una prensa desbordada''.
La contradicción poder y prensa es casi tan vieja como la democracia. Aunque resulte difícil hablar de prensa en la Roma de comienzos de la era cristiana, ya Tácito, el gran historiador de la época, decía que la libertad de palabra podía tener miles de inconvenientes, pero que todos eran preferibles a la tranquila placidez del despotismo. Y despotismo, a todas luces, es lo que parece estarse incubando en Venezuela.

El presidente Hugo Chávez no sólo ha ido minando poco a poco la división de poderes que sustenta la vida democrática -más allá, sin duda, del origen de un mandato-, sino que poco a poco ha ido socavando el más preciado valor de una sociedad pluralista: la libertad de expresión.

Desde que el 17 de enero de 2000 la periodista Vanessa Davies, del diario El Nacional, fue citada por los servicios de inteligencia del gobierno a causa de algunos reportajes en los que citaba testimonios que acusaban a a los servicios de seguridad del gobierno de haber realizado ejecuciones extrajudiciales, el acoso contra la prensa de la administración de Hugo Chávez no ha cesado ni un instante. Y tuvo su máxima expresión a mediados de enero, cuando -acorralado por una huelga cuya duración ni el gobierno ni sus opositores llegaron jamás a calcular- decidió ``investigar'' -con la espada de Damocles del cierre colgada sobre su cabeza- a dos cadenas de televisión que, sin tapujos y desde un principio, se la jugaron con la oposición.

La decisión oficial, precedida por múltiples actos de vandalismo en contra de las instalaciones de las televisoras, y por las agresiones sufridas en distintos sectores de la república de Venezuela por reporteros y enviados especiales de los distintos medios de comunicación, no sólo ha merecido el rechazo de las diferentes entidades dedicadas a la protección del derecho a la libertad de expresión, sino que ha puesto a sonar los timbres en instancias superiores, en las que la elección popular de Hugo Chávez parecía un impedimento para pronunciarse -y actuar en consecuencia- en favor de una verdadera democratización de la vida venezolana.

El autoritarismo demostrado por Chávez en las últimas semanas -que además de su ataque a los medios incluye los espectaculares allanamientos a empresas privadas en nombre del bien común- rememora entre los latinoamericanos los primeros pasos de amargas dictaduras. Con el agravante de que Chávez actúa a nombre de una supuesta ``revolución bolivariana'', que hasta el momento sólo ha mostrado su lado demagógico, pero que poco ha servido para mejorar la situación de los venezolanos.

Y hablamos de la de los venezolanos de a pie, porque la del resto, sin duda, ha desmejorado. Y no podría ser menos en una economía de la que se calcula que puede caer hasta en un 25 por ciento en un año.

Por eso es tan malo lo que está pasando en los últimos días. Porque lo más grave que les puede pasar a los venezolanos -muchas de cuyas libertades han sido ya de hecho conculcadas-, es que se encuentren de un día para otro sin la libertad de opinar. Y eso pasa 30 segundos después de que se silencia la prensa.

Editor en jefe de la firma editorial Zoom Media (Revistas `Poder' y `Loft').

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